None | Gabriela Almanza | 27.08.2025 | 12:47
Desde la comunidad indígena garífuna de Graffil, en Los Mangos, municipio de Alamikangban, Costa Caribe Norte, emerge la inspiradora historia de Griselda del Carmen Granados Bravo, una joven de 21 años que desafía barreras físicas y sociales con una determinación que conmueve y motiva.
Griselda está por culminar el Bachillerato Técnico en Contabilidad en el Centro Tecnológico Bernardino Díaz Ochoa de Siuna, donde actualmente realiza sus prácticas profesionales. Su presencia brilló con fuerza durante la Semana de las Personas con Discapacidad, no solo por sus logros académicos, sino también por el ejemplo de perseverancia y superación que representa.
Con una discapacidad motora, pero con una voluntad inquebrantable, descubrió en la educación técnica una herramienta para transformar su vida y aportar al desarrollo de su comunidad. “Me gustan los números y las labores de oficina”, dice con una sonrisa tímida pero segura, reflejo de una vocación que nació en su infancia.
Su interés por la contabilidad se encendió cuando servidores públicos del Centro Tecnológico visitaron su escuela primaria 4 de Enero y presentaron las distintas opciones de formación. “Nos explicaron con dedicación cada carrera, y vi en la contabilidad el camino para cumplir mi sueño de seguir estudiando y mejorar la rendición de nuestro patrimonio familiar”, recuerda.
Hoy, Griselda vive en el internado del centro, donde ha encontrado un ambiente inclusivo, respetuoso y estimulante. “Me han tratado muy bien”, asegura. Su meta es clara: “Quiero estudiar la licenciatura y convertirme en contadora pública independiente”.
Pero su visión va más allá de lo personal. “También sueño con administrar la finca familiar y aplicar técnicas contables que he aprendido en el manejo del ganado”, afirma, destacando su deseo de contribuir al desarrollo económico de su comunidad garífuna.
Su historia es reflejo del esfuerzo nacional por garantizar el derecho a la educación técnica para todas y todos. Actualmente, más de 2,100 protagonistas con discapacidad se forman en carreras técnicas en los centros tecnológicos del país, reivindicando su derecho a ser reconocidos como personas dignas, capaces y trabajadoras. Asimismo, más de 23,000 servidores públicos se capacitan en lenguaje de señas, para brindar una atención inclusiva y respetuosa.
Griselda Granados no solo estudia contabilidad: construye sueños, forja futura y encarna el rostro luminoso de una educación técnica que abre puertas y rompe barreras. Su historia nos recuerda que, cuando la educación es verdaderamente inclusiva, los sueños no solo se cuentan… también se alcanzan.